«Ese no es mi hijo, no se parece en absoluto a mí.»
«Por favor, no me dejes, te juro que es tu hijo, ¡incluso hicimos una prueba de paternidad!»

«Podrías haber falsificado fácilmente esos documentos.»
«¿Qué estás diciendo? ¡No hice nada!» gritó Liza desesperada, intentando detener a su esposo para que no se fuera.
«Te embarazaste de tu ex y ahora quieres hacerme quedar como un tonto.»
«No digas eso, te lo ruego. Todos los recién nacidos al principio no se parecen a nadie.»
Pero su esposo ya no la escuchaba. Empacó sus cosas y se fue de casa, dejando a su esposa sola con el bebé en brazos.
«Ese no es mi hijo, no se parece a mí» – después de esas palabras, se marchó y me dejó sola con un bebé pequeño.
Al comienzo de su relación, Liza era solo una chica herida que quería demostrarle a su ex que podía seguir adelante con su vida.
No sentía amor por Michael, pero aun así se casó con él y pronto quedó embarazada.
Michael, por su parte, no tenía idea de lo que realmente ocurría en el corazón de Liza.
El papel de padre le resultaba pesado, y cada día le costaba más.
Los celos, la desconfianza y el miedo destruyeron su vida familiar.
«Ese no es mi hijo, no se parece a mí» – después de esas palabras, se marchó y me dejó sola con un bebé pequeño.
Desde el momento en que Liza quedó sentada en el suelo con su bebé llorando en brazos, su vida comenzó a cambiar.
En un instante de desesperación, llamó a la única persona que todavía podía ayudarla: su abuela.
Maxim, el nieto de la amiga de su abuela, fue quien le salvó la vida.
Estuvo a su lado, no solo como amigo, sino como alguien que realmente se preocupaba por ella y por su hijo.
Cuando Liza se dio cuenta de que se había enamorado de Maxim, no fue simple gratitud, sino un amor verdadero y profundo.
Su relación creció poco a poco y, con el tiempo, formaron juntos una nueva familia.
«Ese no es mi hijo, no se parece a mí» – después de esas palabras, se marchó y me dejó sola con un bebé pequeño.
Más tarde, Liza dio a luz a una niña, mientras que su hijo mayor con los años comenzó a parecerse cada vez más a su padre biológico.
Su exmarido, como era de esperarse, se llenó de remordimientos al ver a su hijo —un niño que era su viva imagen.
Comprendió lo estúpido que había sido al destruir a su familia, pero ya era demasiado tarde.