Un humilde agricultor se niega a doblar su moral ante los jueces de “Shark Tank” y asegura el trato de su vida.

Este hombre tiene espíritu y corazón, y una idea que podría beneficiar a miles de agricultores en toda América.

“Shark Tank” y su contraparte británica “Dragon’s Den” son programas de telerrealidad que atraen a una enorme audiencia.

¿Por qué?

Porque el concepto detrás de los programas es entretenido, a veces intenso, y nunca sabemos cómo terminará cuando un innovador o empresario se presenta ante los tiburones o dragones.

Los tiburones ofrecen a los emprendedores en ascenso la oportunidad de asegurar tratos comerciales que podrían convertirlos en millonarios.

Los aspirantes a emprendedores ofrecen una parte de su negocio a cambio de una inversión que ayudaría a su empresa a expandirse.

A veces, les piden a los inversores que inviertan en un concepto o idea comercial.

Si reciben el dinero o no depende de muchos factores.

El más importante es cuánto dinero esperan ganar los inversores una vez que el negocio crezca.

Un humilde agricultor se niega a doblar su moral ante los jueces de “Shark Tank” y asegura el trato de su vida.

Durante un episodio de “Shark Tank”, un humilde agricultor de Florida llamado Johnny Georges presentó algo único y probablemente transformador para miles de sus compañeros agricultores en América y en todo el mundo.

Más específicamente, Georges solicitó una inversión de 150,000 dólares para su empresa “Tree T-Pee”.

Presentó un invento que revoluciona el riego de las plantas y ahorra a los agricultores miles de galones de agua cada año.

El único problema era que Georges gasta 2.95 dólares para fabricar un solo producto y luego lo vende por 4.50 dólares.

Esto no sonaba como una buena inversión para los tiburones, que instaron a Georges a aumentar el precio de venta a 12 dólares.

El problema con esa cifra es que no quería inflar el precio de su producto porque sabe lo duro que trabajan los agricultores para poner comida en la mesa.

Georges se puso nervioso y las lágrimas rodaron por su rostro.

Estaba convencido de que abandonaría el programa con las manos vacías, especialmente cuando uno de los inversores se retiró.

Pero luego otro inversor decidió darle a Georges la suma total solicitada.

No solo porque su invento era brillante, sino porque entendieron cuánto significaba esto para este agricultor humilde y de buen corazón.

George no dobló su moral por dinero y defendió a cada agricultor en el país.

Su acción realmente merece todo el elogio.

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