La sorprendente transformación de Vic
Cuando Vic se dirigía a su casa, se quedó atónita al ver un carrito de bebé adornado con un lazo y sus flores favoritas: lirios amarillos, en su jardín.
La escena la hizo detenerse, se le cayeron las llaves de la mano mientras intentaba comprender el inesperado regalo.
¿Un carrito de bebé? pensó Vic, su corazón latía más rápido.
Ella y Arthur nunca habían hablado seriamente sobre formar una familia.
Él siempre había dicho que no le interesaban los niños y que prefería concentrarse en viajar y vivir aventuras.
“No lo sé, Vic,” había dicho Arthur una vez de manera casual durante un brunch.
“Creo que quiero explorar el mundo y vivir un poco antes de establecerme.
Los niños realmente no encajan en esta imagen.”
Vic comprendía esta perspectiva y decidió no profundizar en el tema, porque se convenció a sí misma de que estaba bien, ya que ambos parecían estar en la misma sintonía.
Pero ahora este carrito de bebé significaba un cambio drástico.
Una sorpresa abrumadora
Vic se acercó al carrito de bebé con cautela, como si pudiera desaparecer si se movía demasiado rápido.
La presentación era perfecta: flores cuidadosamente arregladas, un lazo bien atado y una nota metida en la manta blanca del carrito.
Reconoció la letra de Arthur al instante.
La nota decía:
“Estoy listo, Vic.
Intentemos tener un bebé. Te amo.”
Las lágrimas llenaron los ojos de Vic mientras las palabras de la nota se desdibujaban.
Este era el sueño que había alimentado en secreto: estar con un hombre que no solo la amaba, sino que también quería formar una familia con ella.
Pero al sostener la nota, una ola de terror la invadió.
El secreto que había guardado durante años parecía ahora estarlo destruyendo todo.
Enfrentando la verdad
Vic se dio cuenta de que ya no podía evadir la verdad.
Tenía que contarle todo a Arthur.
Su teléfono vibró en su bolsillo, trayéndola de vuelta a la realidad.
Era Arthur, probablemente para comprobar si había recibido su sorpresa.
Sus manos temblaban mientras atendía la llamada.
“¿Hola?”
“Hola, cariño,” la voz de Arthur estaba llena de emoción.
“¿Lo viste?”
Vic luchó por responder a través de sus lágrimas.
“Lo siento mucho, Arthur.
Lo siento mucho.”
Al otro lado de la línea, cayó un silencio tenso. La respiración de Arthur se volvió irregular, y preguntó preocupado: “¿Qué pasa? ¿Por qué te disculpas?”
Vic no podía pronunciar palabra, la magnitud de su confesión la dejó paralizada.
“Yo…”, comenzó, pero las palabras se le atoraron en la garganta.
Arthur, sintiendo su angustia, dijo: “Voy a casa. Solo espera por mí.”
Vic se desplomó junto al carrito de bebé y se sintió abrumada.
Este debía ser un momento alegre, pero ahora se sentía como un preludio a la pérdida de todo.
Una reacción inesperada
Arthur llegó rápidamente a casa, su preocupación era evidente al ver el rostro empapado de lágrimas de Vic.
“Victoria, ¿qué pasa?” preguntó, tomando suavemente su rostro entre sus manos.
Vic ya no pudo contenerse y confesó: “Arthur, no puedo tener hijos.
Lo sé desde hace años.
No te lo dije porque dijiste que no querías hijos, así que pensé que sería más fácil evitar el tema.
Ahora que has cambiado de opinión, no sé qué hacer.”
El shock de Arthur fue palpable, pero en lugar de reaccionar negativamente, la abrazó con fuerza.
“¿Has llevado todo esto sola?” dijo suavemente.
“Victoria, deberíamos compartir estas cosas.
La manera en que tengamos hijos no cambia mis sentimientos por ti.”
Un nuevo camino hacia adelante
La afirmación de Arthur fue un bálsamo para el corazón herido de Vic.
“Eres más que suficiente,” continuó.
“Sí, he estado pensando más en formar una familia últimamente, y pensé que podríamos intentarlo.
Pero eso no cambia mis sentimientos por ti.
Podemos considerar la adopción o el acogimiento, si eso es algo que queremos.”
El corazón de Vic se llenó de esperanza. “¿Realmente estás de acuerdo?”
Arthur sonrió y secó sus lágrimas.
“Absolutamente.
La adopción es una maravillosa opción.
Hay muchos niños que necesitan padres amorosos. Podríamos serlo para ellos.”
**Una promesa renovada**
Cuando el horno pitó, anunciando la cena, Vic sintió un alivio.
Arthur colocó el carrito de bebé en la sala y puso las flores en un jarrón.
“¿Deberíamos dejarlo aquí por ahora?” preguntó.
“Sí,” asintió Vic, “déjalo para que nos recuerde nuestro camino por delante.
Lucharemos por formar nuestra familia, sea como sea.”
Arthur la miró seriamente.
“Esta es la última vez que llevarás estas cargas sola.
A partir de ahora, enfrentaremos todo juntos.”
Vic asintió, las lágrimas de alivio se mezclaban con gratitud.
“Lo prometo,” dijo, abrazándolo con fuerza.
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