Un acto de bondad de un hombre mayor hacia un extraño lleva a una recompensa inesperada cuando sale afuera y encuentra un coche deportivo nuevo en lugar de su viejo vehículo poco fiable.
Gregory Smith, de ochenta años, estaba en su porche, mirando incrédulo el brillante coche deportivo estacionado frente a su casa.
Sujeto de una carta con las manos temblorosas, llamó a su esposa, Cynthia.
“¡Cynthia! ¡Ven aquí, rápido!” gritó.
“¿Qué pasa, Gregory?” preguntó Cynthia, apareciendo en la puerta, secándose las manos con una toalla.
“¡He quemado la última mezcla de panqueques por culpa de esto!” Frunció el ceño, claramente molesta.
“¿No se supone que debías ir a la tienda hoy?”
“¡Olvídalo! Mira esto.”
Gregory le dio la carta.
“Dentro había llaves de coche, pero no hay nota ni explicación.
¡Nuestro viejo coche se ha ido y este coche nuevo está justo afuera!”
Cynthia miró afuera, desconcertada, y estaba a punto de preguntar más cuando el sonido de la bocina de un coche las interrumpió.
Se dieron vuelta y vieron llegar el viejo coche de Gregory, y una cara familiar salió.
“¡Dios mío, Cynthia!
¡Es Jack!” Los ojos de Gregory se llenaron de lágrimas cuando reconoció al hombre.
Cynthia, sonriendo con complicidad, no dijo nada.
Ella estaba al tanto de la sorpresa, un plan secreto para darle a Gregory el coche que siempre había querido.
Jack saludó a Gregory con un cálido abrazo.
“¡Gregory! Qué bueno verte.
Y sí, ese coche es tuyo.
¡Tuve que cumplir mi promesa!”
Gregory miró de Jack a Cynthia y negó con la cabeza, incrédulo.
“Jack, no puedes estar serio.
Lo único que hice fue darte mi boleto de avión.”
“Pero eso significó todo para mí,” respondió Jack, mirando a Cynthia.
“No lo habría podido hacer sin la ayuda de la señora Smith.
Le conté lo que planeaba, y ella actuó perfectamente.”
Cynthia se rió, arrugando la nariz.
“¡Fui terrible para mantener este secreto!”
“Para nada,” rió Jack.
“Señora Smith, fue la mejor compañera en el crimen.”
Todavía atónito, Gregory invitó a Jack a entrar, donde Cynthia había preparado el desayuno.
Mientras se sentaban, Jack contó la historia para beneficio de Cynthia.
“Hace tres semanas, Gregory y yo nos conocimos en el aeropuerto.
Estaba nervioso por llegar a estar con mi esposa, que estaba a punto de dar a luz, pero había reservado mi boleto para el día siguiente por error.
Gregory escuchó y me ofreció su asiento, insistiendo en que debía estar con mi esposa.”
Gregory se rió, dándose cuenta de que la broma sobre el coche que Jack hizo ese día no era una broma en absoluto.
“En ese entonces, él dijo: ‘Hoy cambiamos los boletos de avión, ¡tal vez algún día cambiemos los coches!’ ¡Pensé que estaba bromeando!”
“No estaba bromeando,” sonrió Jack.
“Gracias a ti, pude estar allí para el nacimiento de mi hija.
Siempre estaré agradecido, y ese coche es mi manera de agradecerte.
Por favor, déjame hacer esto.”
Viendo la sinceridad en los ojos de Jack, Gregory y Cynthia aceptaron el regalo, pero la generosidad de Jack no terminó ahí.
Al enterarse de que Gregory y Cynthia estaban pasando por dificultades económicas, también organizó reparaciones para su hogar.
Jack visitaba a menudo con su esposa y bebé, y se convirtió en un hijo para la pareja sin hijos, asegurándose siempre de que tuvieran todo lo que necesitaban.
Lección del cuento:
La bondad nunca queda sin recompensa.
El acto desinteresado de Gregory no solo le trajo un nuevo amigo, sino también bendiciones que nunca esperó.
La gratitud de Jack se transformó en amor y respeto, trayendo alegría y cuidado a la vida de Gregory y Cynthia.
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