„Abuela, no tienes un nieto llamado Matvii, ni nunca lo has tenido.“
El cumpleaños número diecisiete de Vika fue una celebración lujosa, sus padres hicieron todo lo posible.

Sin embargo, Vika no estaba feliz en su interior, y su estado empeoró aún más cuando, justo en su cumpleaños, descubrió que estaba embarazada.
Y lo peor de todo es que ni siquiera había tenido la oportunidad de contárselo a Vitalii.
Sabía que debía decírselo a sus padres, pero temía lo que pensarían.
¿No sentirían que la habían decepcionado después de haberle brindado tanta confianza?
Afortunadamente, el año escolar estaba por terminar en solo un mes.
Cuando finalmente Vika encontró el valor para contarle a su madre, ya era demasiado tarde para hacer algo con respecto al embarazo.
Sus padres quedaron en shock y no mostraron ninguna compasión hacia Vika.
Le preguntaron quién era el padre, pero Vika no tuvo respuesta.
Cuando Vitalii se enteró del embarazo, nunca volvió.
Los padres de él lo transfirieron a otra escuela y lo enviaron a vivir con una tía en otra ciudad.
Cuando llegó el momento de dar a luz, los padres de Vika fueron a apoyarla, pero su idea de „apoyo“ era completamente diferente de lo que ella esperaba.
Vika dio a luz a un hermoso niño, a quien llamó Matvii, y su madre inmediatamente comenzó a convencerla de que lo diera en adopción.
Sin embargo, Vika estaba decidida a quedarse con su hijo y, a pesar de la desaprobación de sus padres, lo nombró Matvii.
Después de su alta del hospital, los padres de Vika se negaron a permitir que ella volviera a casa con Matvii.
En cambio, Vika se quedó con su tía Zoia, quien estaba furiosa con su hermana por haber dejado a Vika con el bebé.
Con el tiempo, la vida de Vika comenzó a estabilizarse gracias al apoyo de su tía.
Se graduó de la universidad y comenzó la universidad.
La tía Zoia ayudaba a Vika a cuidar de Matvii mientras ella estudiaba y trabajaba, y con el tiempo, el niño comenzó a asistir al jardín de infantes.
Vika conoció a un buen hombre llamado Nazar.
Encontró en él un compañero amoroso y no dudó en presentarle a Matvii.
Vika quería que él entendiera cuánto significaba su hijo para ella.
Pasaron los años, y Matvii se casó y se mudó al extranjero con su esposa.
Mientras tanto, Viktoria y su esposo Nazar criaban con amor a sus dos hijas.
Recientemente, Matvii y su familia vinieron de visita, y Viktoria estaba feliz de que, finalmente, toda la familia estuviera reunida después de tanto tiempo.
Sin embargo, esa misma noche, sonó el teléfono.
La madre de Vika llamó por primera vez después de muchos años.
Le dijo que había escuchado de la tía Zoia que Matvii había ido de visita y que quería que lo llevara al extranjero para que lo revisaran los médicos, ya que se sentía mal y los médicos de su país no podían diagnosticar lo que tenía.
Matvii, sin perder la calma, levantó el auricular y dijo:
„Abuela, no tienes un nieto llamado Matvii, ni nunca lo has tenido.“
Con estas palabras, colgó el teléfono, dejando el pasado atrás.
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