Cuando Oksana se preparaba para salir de la maternidad, se sorprendió al ver que el padre del bebé la esperaba con un ramo de flores y con una niña recién nacida.

Oksana siempre había deseado ser madre, pero su pasado estuvo marcado por una dolorosa separación cuando era muy joven.

Ahora, a los 28 años, le acechaba el miedo a quedarse sola.

Aunque tenía una belleza extraordinaria y una figura delgada, soñaba con tener un hijo y atraía a muchos pretendientes que intentaban ganarse su corazón.

Cuando uno de ellos le pidió matrimonio, Oksana aceptó — no por amor, sino por el deseo de convertirse en madre.

Sin embargo, a pesar de sus expectativas, los años vividos junto a ese hombre estuvieron llenos de tensión y amargura.

No sentía nada por su pareja, y su relación no era más que una forma sin fondo.

Finalmente, el matrimonio se rompió y cada uno siguió su camino.

Pero Oksana no se vio afectada.

Ya había conseguido lo que quería de ese matrimonio: estaba embarazada.

Feliz ante la idea de ser madre, soñaba a menudo con cómo jugaría con su niña, cómo le cantaría canciones de cuna y cómo le compraría vestidos bonitos.

Un día, durante un control médico rutinario, Oksana recibió una noticia terrible: ya no se escuchaba el latido del corazón del bebé.

Entró en estado de shock e intentaba entender qué pasaba.

Todo había ido tan bien que parecía imposible.

«¡No puedo creerlo!», repetía, incapaz de aceptar ese trágico desenlace.

Los recuerdos después de la intervención de emergencia eran confusos.

Se despertó sola, en una sala de hospital, abrumada por el dolor y la confusión.

Pronto, el médico entró y le dio la noticia más dura: su hija no había sobrevivido.

Deseando ver cómo habría sido su niña, Oksana pidió permiso para visitar la sala de recién nacidos.

Mientras pasaba junto a las cunas, fue atraída por el llanto de un bebé.

La enfermera le explicó que la madre de esa niña, Natalia, estaba más preocupada por su carrera que por la niña y se negaba a sostenerla o alimentarla.

A Oksana le permitieron alimentarla y cuidarla.

Mientras la alimentaba, un hombre entró en la habitación.

La miraba fascinado, pero salió rápidamente cuando ella lo vio.

La enfermera le dijo que era el padre del bebé y que su esposa había renunciado completamente a la responsabilidad de ser madre.

Cuando Oksana se preparaba para dejar la maternidad, se sorprendió: el hombre la esperaba a la salida con un ramo de flores y con la niña que ella había cuidado.

Con valentía, él le pidió que se convirtiera en madre de su hijo, y Oksana respondió con confianza que ella ya era madre.

Salieron juntos de la maternidad, y Oksana finalmente vio realizado su sueño — se había convertido en madre, mientras Natalia se quedó con las manos vacías, prisionera de sus propios deseos egoístas.

Si te gustó la historia, ¡no olvides compartirla con tus amigos! Juntos podemos llevar adelante la emoción y la inspiración.

Mit deinen Freunden teilen