El pobre estudiante se casó con la multimillonaria de 71 años. Siete días después, quedó totalmente impactado cuando la mujer le pidió…

András, un pobre estudiante de 22 años de Budapest, luchaba constantemente con problemas financieros.

Apenas podía pagar su alquiler y las matrículas universitarias eran una carga enorme para él.

Un día, mientras estudiaba en un café, conoció a Erika, una mujer elegante y adinerada de 71 años.

La mujer le sonrió cortesmente y comenzaron a hablar.

Erika era una exitosa empresaria cuyo esposo había fallecido años atrás.

Desde entonces vivía sola en una enorme villa.

Durante sus conversaciones quedó claro que la mujer lo encontraba divertido y lleno de energía, mientras que el joven admiraba su inteligencia y experiencia de vida.

No pasó mucho tiempo antes de que su relación se volviera cada vez más cercana.

Un mes después, Erika le propuso matrimonio a András. El joven se sorprendió al principio, pero luego empezó a reflexionar.

Un matrimonio así resolvería sus problemas financieros para siempre.

No tendría que preocuparse más por el alquiler ni las matrículas, y además le prometieron un estilo de vida lujoso.

Pronto la pareja se casó en secreto.

Después de la boda, András se mudó a la villa de lujo de Erika.

En la enorme casa había de todo: una piscina, un cine privado, muebles caros y un equipo completo de empleados que cumplían todos sus deseos.

Los primeros días fueron maravillosos.

Erika consentía a András con regalos caros y lo introdujo en la alta sociedad.

El joven sentía que un sueño se había hecho realidad.

Pero al séptimo día ocurrió algo inesperado. Después de una cena romántica, Erika miró a András sonriendo y dijo:

—Querido, tengo un pequeño favor que pedirte.

András asintió, aunque sintió una extraña sensación.

—¿Qué tipo de favor? —preguntó con cautela.

Erika sacó un sobre decorado y lo puso sobre la mesa.

—Sabes, después de la muerte de mi esposo quedó mucho dinero, y desde hace años planeo crear una fundación especial.

El objetivo es apoyar a jóvenes que se encuentran en situaciones similares a la que tú viviste.

Pero necesito a alguien en quien pueda confiar para dirigir este proyecto.

András la miró con ojos grandes.

—¿Yo? Pero no sé nada de negocios…

—No tienes que saber —lo tranquilizó Erika—. Solo quiero que seas la cara visible de la fundación, que la representes ante el público.

Quiero que ayudes a otros jóvenes que estén pasando por dificultades.

He vivido mi vida, ahora te toca a ti hacer algo bueno.

András quedó totalmente sorprendido.

Pensaba que Erika solo quería un joven esposo para no sentirse sola, pero en realidad tenía un propósito serio.

Entonces se dio cuenta de que Erika era realmente una buena persona, no solo una rica viuda.

Su primera reacción fue rechazar la propuesta. No quería asumir la responsabilidad de un proyecto tan grande.

Pero al ver la sonrisa de Erika y la confianza en sus ojos, algo cambió en él.

—Está bien —dijo finalmente—. Lo intentaré.

Los meses siguientes marcaron el comienzo de una vida completamente nueva para András.

Aprendió a dirigir una fundación, conoció a jóvenes que necesitaban ayuda y empezó a comprender poco a poco la gran oportunidad que se le había dado.

No se quedó con Erika solo por el dinero, sino porque comenzó a respetarla de verdad.

La mujer no solo lo había salvado de problemas financieros, sino que también le dio un propósito en la vida.

Un año después, la „Fundación Esperanza“ era conocida en todo el país y había ayudado a innumerables jóvenes a cumplir sus sueños.

La relación entre András y Erika era más fuerte que nunca.

Aunque muchos los miraban de reojo por la diferencia de edad, ellos ya no les prestaban atención.

Juntos habían creado algo que realmente cambió el mundo.

Así, el pobre estudiante, que una vez solo buscaba su propia felicidad, finalmente recibió mucho más de lo que jamás imaginó.

No solo una vida lujosa, sino también un propósito y un verdadero compañero a su lado.

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