Me casaba con un hombre en silla de ruedas, y en los ojos de cada invitado había lástima hacia mí, pero a mitad de la ceremonia pasó algo que nadie esperaba 😨😱
Lo amaba más que a nada.

Nos conocimos por accidente en una cafetería cuando él tomó mi pedido por error.
Era dulce, atento, considerado; desde ese momento, cada día con él se sentía como una celebración.
Anhelaba casarme con él, presentarlo a mi familia y construir un hogar juntos.
Pero un año antes de nuestra boda, la tragedia golpeó.
Aún recuerdo aquella llamada de medianoche, el escalofrío en el pecho, la oleada de miedo.
Él sobrevivió… pero perdió la capacidad de caminar.
Al principio, simplemente agradecí que estuviera vivo.
Luego llegaron los comentarios.
„Eres joven todavía“, dijo mi madre. „No arruines tu futuro.“
– Conocerás a un hombre normal, tendrás hijos y vivirás feliz.
Pero ellos no veían lo que yo sentía.
Ya era feliz.
En todos los sentidos.
Él seguía siendo el mismo: mi amado, mi ancla, mi verdad.
Llegó el día de la boda.
Todo estaba perfecto: flores, música, amigos.
Él llevaba una camisa impecable con tirantes; yo iba de blanco, sin apartar la vista de él.
Aun así, sentía las miradas.
Me miraban con lástima, con compasión.
Dolía, pero me mantuve fuerte, porque él estaba allí.
Entonces, de pronto, a mitad de la ceremonia, pasó algo que cambiaría mi vida para siempre…
Después de nuestro primer baile –él en su silla, haciéndome girar al compás– pidió el micrófono.
„Tengo una sorpresa para ti“, dijo con voz temblorosa. „Espero que estés lista.“
Su hermano salió de entre la gente y lo ayudó a levantarse.
Me quedé paralizada.
Igual que todos.
Se puso de pie.
Primero despacio, tambaleándose, inseguro.
Pero paso a paso, apoyándose en su hermano, llegó hasta mí.
„Te prometí que haría esto por ti. Solo una vez, por mí mismo“, susurró con lágrimas en los ojos. „Porque creíste en mí cuando nadie más lo hizo.“
Todos lloraban.
Me arrodillé frente a él y lo abracé como nunca antes.
Desde ese día, la vida nunca volvió a ser la misma.
Porque aprendí que los milagros son reales.
Especialmente cuando el amor es verdadero.