MADRE CONTRA LA TRAICIÓN

Capítulo 1. El regreso de Sofía

— He concertado una cita para ti mañana —dijo Daniil con frialdad, sin mirarla a los ojos. El corazón de Sofía latió con irregularidad.

— ¿Una cita? —preguntó en un susurro.

— En la clínica. Estábamos de acuerdo en que esta era la mejor solución —su voz sonó seca, como una sentencia.

“¡No!” quiso gritar. “¡No hemos acordado nada! ¡Tú lo decidiste todo!”

Ella ya comprendía la verdadera razón. Las últimas semanas él se había vuelto distante. Ya no la besaba por las mañanas, no preguntaba por su estado.

Sus caricias tiernas en el vientre redondeado habían desaparecido. Y entonces, detrás de una puerta cerrada, escuchó el nombre de otra mujer: Veronika. “Socia”. Más joven, más rica, sin hijos.

— No voy a hacerlo —dijo con voz temblorosa.

— No tienes elección —la cortó él con brusquedad—. Si quieres quedarte en mi casa, debes hacerlo.

Las lágrimas ardían en sus ojos.

— ¿Quieres decir… si quiero conservarte a ti…?

Él guardó silencio. Se marchó y cerró la puerta de un portazo.

Esa noche Sofía preparó su maleta. Solo lo indispensable.

Ninguna carta de despedida.
Se llevó lo más importante: a sus hijos por nacer y su determinación. Al amanecer se fue.

Capítulo 2. Cinco años después

El motor de un coche negro zumbaba suavemente mientras entraba en la ciudad de la que Sofía había huido.

En el asiento trasero, dos niños pequeños, gemelos con idénticos trajes azul oscuro, apretaban con fuerza la mano de su madre.

— ¿Listos, chicos? —preguntó, mirándolos por el espejo. Ellos asintieron con seriedad.

— Hoy conocerán a su padre.

No había regresado por drama, ni por compasión. Ni siquiera por venganza. Había vuelto por la verdad. Y por justicia.

Frente al edificio de un bufete de abogados, un hombre salió de un coche deportivo plateado. El mismo traje caro de siempre, la misma sonrisa segura de sí misma.

En la puerta de cristal se leía ahora: “Voronov, Zhuravlióv y Morózov”.

Pero cuando levantó la vista y la vio, se paralizó. Sus ojos se fijaron en los dos niños junto a ella. Su rostro palideció.

— ¿Sofía?..

— Hola, Daniil —dijo ella con calma—. Cuánto tiempo sin verte.

Él miró nervioso a su alrededor. — ¿Qué haces aquí?

— He vuelto —respondió—. Y ellos quieren conocer a su padre.

— Eso… es imposible —susurró él.

— Más que posible —Sofía sonrió fríamente—. Tú no conseguiste lo que querías. Yo los protegí. De ti.

Capítulo 3. Una conversación sin máscaras

En su apartamento alquilado, Daniil se sentó frente a ella, mientras los niños jugaban con bloques.

— ¿Entiendes que puedo demandarte por ocultarme a mis hijos? —gritó con furia.

Sofía levantó la cabeza. — ¿Y entiendes tú que tengo pruebas de que me obligaste a abortar para complacer a tu amante?

Él se quedó rígido.

— Tengo cartas, grabaciones, tus llamadas —continuó ella con firmeza—. Y si intentas quitarme a mis hijos, destruiré tu carrera y tu vida.

Su voz era fría y segura. Por primera vez él comprendió: esa ya no era la Sofía sumisa.

Capítulo 4. El regreso de la rival

Al día siguiente sonó un número desconocido.

— ¿Sofía Alekseievna? —la voz sonaba fría, segura—. Soy Veronika.

— Te escucho —respondió Sofía tranquilamente.

— Tenemos que vernos. Esta noche. Sin niños. Restaurante Ampir, ocho en punto.

— ¿Y si me niego?

— Entonces toda la ciudad sabrá que la esposa fugitiva de Voronov le dio gemelos. ¿Quieres que tus hijos sufran?

Sofía apretó la mandíbula. — ¿Dónde y cuándo?

Esa noche el restaurante brillaba en cristal y oro. Veronika la esperaba con un vestido color vino, sonriendo con seguridad.

— Tu regreso es un error —dijo con dureza—. Daniil es mío. Su futuro es conmigo. Tú eres pasado.

— Qué curioso —respondió Sofía con calma—. Un pasado que tomó forma en dos pequeños niños.

Los ojos de Veronika chispearon de furia. — Lo arruinan todo. Toma dinero, cuanto quieras, pero desaparece con ellos de su vida.

— Tú pagas por silencio. Yo lucho por la verdad. Esa es la diferencia. Yo soy madre. Tú solo eres un negocio.

Veronika se quedó rígida de rabia. — Te arrepentirás de esto.

— Tal vez —dijo Sofía levantándose—. Pero no hoy. Hoy eres tú la que se arrepiente.

Capítulo 5. El primer paso de los gemelos

Esa noche, uno de los niños preguntó:

— Mamá, ¿qué clase de hombre es papá?

Sofía pensó un momento. Imágenes cruzaron por su mente: su risa, sus manos sobre su vientre, su orden frío.

— Es complicado —respondió sinceramente—. Pero ustedes deben conocerlo por sí mismos.

— Nosotros decidiremos si lo queremos —dijo el otro con seriedad.

Sofía besó sus cabecitas. — Exacto, mis amores. Eso lo deciden ustedes.

Capítulo 6. El primer acercamiento

Esa noche Daniil no pudo dormir. Las miradas de los niños lo perseguían. Finalmente llamó a Sofía.

— Quiero verlos —dijo.

— De acuerdo —respondió tras una larga pausa—. Pero vendrás como padre, no como juez.

Cuando entró en su casa, los niños dibujaban en la mesa. Uno de ellos había dibujado a un hombre con traje. La garganta de Daniil se secó.

— Ese papá… soy yo —balbuceó.

— ¿Dónde estabas todo este tiempo? —preguntó uno de los niños con severidad.

Él se arrodilló frente a ellos. — Fui un tonto. Cometí errores. Pero ahora quiero enmendarlos.

— Demuestra que eres nuestro papá —dijo el otro—. Los papás tienen que saber jugar al fútbol.

Daniil sonrió de pronto. — ¿Fútbol? Eso sí lo sé hacer.

Y poco después, las risas resonaban en el patio: dos niños y un hombre con traje y mangas arremangadas corrían tras un balón. Sofía observaba desde la ventana, desgarrada entre el dolor y la esperanza.

Capítulo 7. La sombra de Veronika

La alegría no duró. En la oficina de Daniil, Veronika explotó. Lanzó unas fotos sobre la mesa: él con los niños, sonriendo.

— ¿Te has vuelto loco? ¡Esto puede arruinar nuestra reputación!

— Son mis hijos —dijo él con calma.

— ¡Son hijos de ella! —gritó—. ¡Piensa en tu estatus, no en esos dos!

— ¡Basta! —rugió Daniil, golpeando la mesa con el puño—. No permitiré que los insultes.

— ¿Entonces la eliges a ella? ¿Después de todo lo que hice por ti?

— Elijo a mis hijos —dijo él en voz baja.

En los ojos de Veronika brilló un fuego peligroso.

Capítulo 8. Las pruebas

Sofía sabía que Veronika contraatacaría. Por eso sacó un viejo USB.

Allí había grabaciones: Daniil rogándole que interrumpiera el embarazo.

Y correos electrónicos de Veronika hablando de “eliminar el problema”.

Sofía cerró el portátil y murmuró: — Si nos atacan, tengo mi arma.

Capítulo 9. La primera amenaza

Por la noche sonó su teléfono.

— ¿Crees que eres lista? —la voz de Veronika sonaba amenazante—. Vete de la ciudad o lo lamentarás.

— No, tú lo lamentarás —respondió Sofía con calma—. Yo conozco la verdad. Y si les pasa algo a mis hijos, todo el mundo la sabrá.

Colgó y cerró los ojos con fuerza. La batalla apenas comenzaba.

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