COMPRÉ UNA GUITARRA DE SEGUNDA MANO Y ENCONTRÉ UNA NOTA BAJO LAS CUERDAS — LA HISTORIA EN LA NOTA ME PERSIGUE HASTA EL DÍA DE HOY

Nunca esperé que una simple compra impulsiva cambiara mi vida.

Ocurrió una tarde lluviosa.

Deambulaba por una pequeña tienda de segunda mano en el centro, matando el tiempo, cuando la vi: una guitarra acústica desgastada, arrinconada en una esquina.

La madera estaba rayada, las cuerdas ligeramente oxidadas, pero había algo en ella que me atraía.

Había tocado la guitarra de vez en cuando desde mi adolescencia, y aunque no era muy bueno, me encantaba la sensación de la música fluyendo por mis dedos.

El dueño de la tienda, un hombre mayor con ojos cansados, notó mi interés.

„Lleva aquí un tiempo,“ dijo.

„Viene de una venta de herencia.

Te la dejo barata.“

Pasé mis dedos por el diapasón y sentí una extraña sensación de nostalgia, aunque nunca antes había visto esa guitarra.

Sin pensarlo demasiado, la compré.

Esa noche, ya en mi pequeño apartamento, decidí cambiarle las cuerdas.

Las cuerdas viejas apenas se sostenían, y quería escuchar cómo sonaba realmente.

Pero mientras las aflojaba, sucedió algo inesperado: un pequeño papel doblado se deslizó de debajo de las cuerdas, escondido contra el diapasón.

Curioso, lo desdoblé.

El papel estaba amarillento, la tinta algo corrida, pero la caligrafía era clara.

„Si estás leyendo esto, ahora tienes mi guitarra.

Espero que la cuides mejor de lo que yo lo hice.

Pero antes de tocarla, deberías conocer su historia — mi historia.“

Un escalofrío recorrió mi espalda, pero seguí leyendo.

„Me llamo Daniel.

O al menos, así me llamaba.

Compré esta guitarra en 1995, cuando aún pensaba que la música me salvaría.

No lo hizo.

Tal vez podría haberlo hecho, si se lo hubiera permitido.

Pero la vida se interpuso.“

Fruncí el ceño, sintiendo una extraña sensación de incomodidad.

No sabía qué había esperado: quizá una nota de amor, tal vez la letra de una canción, pero esto se sentía diferente.

„Me enamoré de una chica llamada Marissa.

Tenía ojos verdes y una voz que hacía que el mundo se quedara en silencio.

Una vez me dijo que creía que las personas dejaban pedazos de su alma en las cosas que amaban.

Creo que ella dejó la suya en la música.

Y creo que yo dejé la mía en ella.“

Tragué saliva, mis dedos se apretaron alrededor de la nota.

„Escribíamos canciones juntos, tocábamos en pequeños cafés, soñábamos con triunfar.

Pero los sueños son cosas frágiles, y dejé que el mío se escapara entre mis dedos.

Le hice daño de maneras que no puedo deshacer.

No creo que alguna vez me haya perdonado.“

Una profunda tristeza se instaló en mi pecho.

No sabía por qué, pero sentía una extraña conexión con ese desconocido.

„La última vez que vi a Marissa, estaba sentada en mi portal bajo la lluvia.

No dijo mucho: simplemente me entregó esta guitarra y me dijo que la cuidara.

Estaba llorando.

No pregunté por qué.

Debería haberlo hecho.“

Casi podía verla, de pie bajo la lluvia, con algo no dicho entre ellos.

„Una semana después, se fue.

Accidente de coche.

Así de simple, y la última canción que nunca escribimos murió con ella.“

Mi respiración se detuvo.

„Intenté tocar después de eso.

De verdad lo intenté.

Pero cada vez que tocaba estas cuerdas, solo podía escuchar su voz.

Así que dejé de hacerlo.

Y ahora, supongo, es tuya.“

La nota terminaba ahí.

Sin explicación de quién era o qué le había pasado después.

Solo una historia, llena de arrepentimiento, pérdida y un amor que nunca tuvo una segunda oportunidad.

Miré la guitarra, viéndola de repente bajo una luz diferente.

No era solo un instrumento.

Era una reliquia de una vida inconclusa, una historia de amor truncada.

Durante mucho tiempo me quedé allí, con la nota en una mano y la guitarra en la otra.

No conocía a Daniel.

No conocía a Marissa.

Pero los sentía, flotando entre el recuerdo y la melodía.

Y cuando finalmente toqué el primer acorde, juré que podía oír su voz cantando conmigo.

Mit deinen Freunden teilen